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¡La tercera es la vencida! Bueno, pues así lo fue en mi caso. Hace 3 años me enamoré de los macarons y como con toda nueva afición, corrí a buscar algunas cosas necesarias para poder probar mis habilidades. Les cuento, ese primer intento resultó en una mega costra de almendras color verde.

Mi segundo intento lo hice acompañada de un querido amigo (en su cocina desorganizada y desastrosa). Erróneamente utilizamos papel mantequilla para hornear (ni siquiera papel parchment) y aunque los macaroons sí crecieron, quedaron pegados al papel y bueno, despedazamos gran parte de nuestra horneada intentando despegarlos, los restantes no quedaron muy bonitos.

Y así me di por vencida. ¡Qué error! De haber sido un poco más constante y ordenada habría mejorado mi técnica desde hace años. Querido lector, si algo no le sale la primera… o incluso la segunda vez, no desista. Pida ayuda o investigue un poquito más, los resultados serán enriquecedores.

Esta navidad quería un regalo diferente. Me la pasaba metida en la cocina, con el fantasma de los no-existentes macarons rondando en mi cabeza y el deseo constante de llegar a hacerlos. Así que eso fue lo que pedí para navidad: 1 clase de macarons.

Lecciones aprendidas:

• Tenga todos sus ingredientes listos y medidos antes de empezar. Organización ante todo. La música de fondo ayuda, un jazz los pone contentos.
• La harina de almendras tiene que estar súper fina, tiene que ser posible pasarla por un colador bien fino.
• Las claras de los huevos pueden ser añejas (y mientras más añejas mejor).
• Los mats de silicón son lo mejor de la vida.
• Los macaroons deben de estar bien secos antes de ser metidos al horno.
• Y lo más importante ¡no rendirse nunca!

Ahora quiero hacer, hacer y hacer hasta el cansancio. De todos colores, sabores y tamaños. Probar nuevos rellenos, decorar mis queques con ellos. Estoy loca por los macarons…¡sueño con ellos!

-Mau