Un poco de mi…

Mauren

Molina

A veces siento que llevo a toda una protagonista dentro de mí, casi como si fuera otra persona completamente diferente, a quién le he instruido no hacer mucho ruido y ahora, poco a poco, se abre paso entre las múltiples capas protectoras que ambas hemos construido a lo largo de los años.

¿Cuál de las dos ganará ésta batalla? ¿La seguiré yo a ella o se adaptará ella a mí? Ahí lo iremos viendo en el camino, pero por el momento, ¡de vuelta a la realidad!


Soy una chica costarricense, curiosa y comelona… toda una sibarita culinaria “wanna be” (pues sí, me doy mis gustitos cada vez que lo permite la billetera, ¡obvio!).
Amo “seguir” cuentas de chefs, restaurantes, pasteleros y bartenders en Instagram para ver qué andan haciendo (toda sapa) y si me sale la oportunidad de ir a probar y comer, pues ¡no la voy a dejar ir!


También me gusta la poesía, las películas de época, el color rosado, viajar, escribir ¡y fantasear! -en donde sea- mientras esté despierta (lo hago en el trabajo, en clases, mientras paseo, en las filas de los bancos… ustedes elijan). Así que, si algún día me encuentran y ando distraída, puede ser que estuviese en alguno de mis tantos mundos imaginarios o bien, simplemente andaba en las nubes pensando en qué combinación de sabores y galletas hacer “next”.


Me encantaría decir que fueron mis abuelitas quienes me enseñaron a cocinar, para hacerlo todo más romántico, pero no, si bien ellas son una gran inspiración, la verdad es que controlaban y se encargaban de todo en sus casas y en sus cocinas, no dejaban que los nietos metieran nariz en lo que hacían y yo no fui la excepción. Era su manera de “chinear”. Lo que sí puedo decir es que controlar la cocina terminó siendo un comportamiento aprendido, lo de hacer oficio, ehh… pues no.


El hornear e intentar hacer cosas bonitas viene de cuando estaba pequeñita y jugaba a la casita, hacía queques de tierra y flores para todos mis peluches, dibujaba chicas con vestidos largos llenos de encaje y escribía inocentes versos de amor a todos mis novios imaginarios. Era una niña Disney con una peligrosa cocinita de lata (que por cierto terminó haciéndome una cicatriz en la rodilla), crecí siendo un algo risueña, una gordilla enamoradiza y abstraída. Nada particular.


Ya de grande la inquietud de hornear surgió de un par de cosas: el querer ganar un poco de dinero extra y a la misma vez hacer algo totalmente diferente a mi trabajo de oficina. Quería sentir que era creativa, que hacía algo con mis manos y que ese algo, pues, traía satisfacción y felicidad a mis conocidos. ¿Quizás internamente buscaba su aprobación? No puedo negarlo con absoluta convicción, pero los hechos dicen que terminé llevando algunos cursos y poco a poco me fui dando cuenta que legítimamente disfrutaba cocinar y seguir recetas. Pero ello no terminó ahí, decidí abrirme al mundo un poco más. Decidí exponerme aquí como aprendiz, como exploradora culinaria.


Aquí encontrarás algunas recetas y también prosas o pensamientos míos bien random. Puede ser que te entretengas o te aburras, porque la vida es así y todos tenemos nuestros ciclos, todos danzamos de una u otra forma alrededor del sol, junto a la luna, en una realidad que no comprendemos al cien por ciento.


Aquí me encontrarás a mí… si te gusta, pues, sigue leyendo.


Mau